martes, 26 de febrero de 2013

YO DISFRUTO SIENDO AMA DE CASA

Mientras organizaba el librero, me di cuenta de que guardo las agendas de cada año, por diversas razones: algunas contienen imágenes que me gustan mucho, otras contienen artículos o frases bonitas y en algunas he escrito reflexiones o pensamientos que quiero conservar. Pero tener guardadas las agendas desde el 2005 es demasiado para mi espíritu anti-acumulador. Así que decidí quedarme únicamente con lo que me gusta de cada agenda, e incorporarlas todas a mi cuaderno de notas/recortes.

En una de las agendas del 2011 (así es, ese año compré dos porque perdí la primera en la mudanza, y apareció en el 2012) viene un texto inspirador para las amas de casa, y me gustaría compartirlo.

YO DISFRUTO SIENDO AMA DE CASA

A riesgo de ser compadecida, tratada con aire condescendiente y declarada traidora a mi sexo, quiero hacer una categórica declaración: Yo disfruto siendo ama de casa. Más aún, de ninguna manera pienso que estoy desperdiciando mis estudios preuniversitarios o cualquier oportunidad que pudiera tener, al realizar un trabajo que para mí no tiene igual, como forma de vida estimulante e inspiradora.

¿Qué tiene de estimulante el lavar platos, o de inspirador el planchar ropa o de excitante el tender las camas? Nada. Como tampoco tienen nada de eso las tareas rutinarias de cualquier trabajo. La secretaria tiene que escribir cartas aburridísimas, la maestra tiene que archivar informes que no tienen ningún interés, la vendedora tiene días llenos de monotonía. Aún las profesiones más excitantes tienen un reverso de la medalla. Pregúntele a un científico si se pasa todos los días haciendo descubrimientos extraordinarios y si detrás de una chispa no hay una fatigosa investigación. O pregúntesele a un pediatra si por cada ocasión que arranca a un niño de las puertas de la muerte no hay semanas y meses de niños que chillan y casos de varicela, sarampión o paperas.

Sin embargo, a las mujeres actuales se les hace sentir culpables y se las obliga a dar mil excusas si encuentran satisfacción y se sienten realizadas siendo guardianas del hogar, esposas y madres. Por todas partes vemos proyectada la imagen de la pobre y frustrada ama de casa que desperdicia sus maravillosos talentos entre ollas y cazuelas, migas y niños. Evidentemente no soy la única que está hasta el copete de todo lo que se dice acerca de la "identidad" y de las "trampas", y de la actitud despectiva y denigrante que se toma acerca de la que sólo es ama de casa.

Aún los niños han asimilado la idea de que el ser ama de casa requiere de poco esfuerzo, poca inteligencia o pocas aspiraciones. Nuestro hijo de 12 años hace poco trajo a casa una hoja de los Boys Scouts. Después de haber obtenido la información que se pedía de su papá, me dio la hoja y me indicó dónde tenía que poner mi nombre, mi dirección y mi teléfono. Luego señaló un espacio en blanco, donde había que poner la ocupación, y me dijo: "Si no haces nada, pon solamente 'ama de casa' ".

Pienso que el popular pasatiempo de menospreciar a las amas de casas proviene principalmente de dos falsos presupuestos: a) el ser ama de casa no es una vocación que valga la pena, y b) la educación escolar se desperdicia en casa.

Reconociendo que el papel de ama de casa incluye muchas cosas aburridas y monótonas, como cualquier otro trabajo, yo sospecho que ninguna otra ocupación ofrece tantas oportunidades para una vida plena y provechosa. Los quehaceres domésticos tienen que hacerse, pero la mujer en casa puede fijar su propio paso, establecer sus propias metas, decidir lo que es importante para ella como persona, como mujer y como madre. Su trabajo puede ser valioso, recompensante y tener un propósito determinado, pero ella, como individuo, es la que debe hacerlo así.

Una queja muy común es que el papel de ama de casa consiste en un trabajo doméstico, que no necesita ningún esfuerzo mental o estímulo. Estos quehaceres -tender las camas, lavar los trastes, planchar las camisas y limpiar los pisos- pueden ser aburridos y monótonos, pero mientras las manos hacen los movimientos habituales, la mente puede estar en otra parte. ¿Por qué no meditar o rezar mientras se doblan las sábanas? ¿Por qué no reflexionar sobre política o enterarse de ella mientras se enjabonan los platos? ¿Por qué no escuchar los discos favoritos mientras se planchas las camisas? ¿Por qué no pensar cuál es el mejor enfoque psicológico para un problema actual entre padres e hijos mientras se recoge el polvo?

La acusación de que la mente de la mujer se apaga, se marchita y se agota dentro de las cuatro paredes de una casa, debe hacerse a cada mujer, tomada individualmente, y no a la profesión de ama de casa. La mujer cuyos intereses se reducen a pañales, platos y cortinas y cuyos ratos de ocio están ocupados con telenovelas, probablemente tendrías los mismos estrechos horizontes como profesional.

Mary G. Lou.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a un evento para los cónyuges en la escuela de negocios donde mi esposo estudia su máster, y al presentarnos, debíamos decir nuestro nombre y a qué nos dedicábamos. Yo ni siquiera mencioné qué carrera había estudiado, pues no tiene relevancia si no la ejerzo,  "me dedico a mi familia" dije- no precisamente a la casa-, pero sentí que era prioridad para las demás 'amas de casa' dejar bien en claro que habían estudiado una carrera, aunque ahora sólo se dedicaran al hogar. 

Qué orgullo poder decir "sirvo a quienes me aman, por amor"; y no "sirvo a quienes me pagan, por dinero".





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