Hace unas semanas, compré un libro recortable que contenía material para armar carros y edificios; en otras palabras, una pequeña ciudad.
Me pareció algo costoso ($150) pero me ilusionaba la felicidad de McQueen al armar sus propios autos.
La diversión de costruir carritos y edificios duró algo así como una hora y media, efectivamente le gustó bastante la actividad y echó a volar su imaginación. Comió hamburguesas en el restaurante de comida rápida; tomó café en la cafetería; llenó de gasolina el tanque en la gasolinera; cambió las llantas en el taller mecánico y le vendió helado de vainilla con chocolate a todos desde el camión de helados.
Me gusta mucho este "Blog-Diario" que estas haciendo, te amo porque eres una mama ejemplar, esposa e hija!
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